Recorrí los distintos comercios dentro del edificio donde se encuentra el hotel, aquí te pasarás un buen rato apreciando hasta los más pequeños detalles que ofrecen los aparadores. Luego, aproveché la facilidad para caminar por la zona y encontrarme con todo el color de la ciudad. Podrás perderte entre las calles del centro, ir al mercado de artesanías, tomar algo en una cantina, y admirar distintos monumentos históricos.
Al volver, noté que justo al costado y ligeramente más elevado que el Chaya, se encuentra un restaurante con interesantes opciones que probar, por ejemplo, una cerveza con chapulines, ¿demasiado experimental? Bueno, entonces te sugeriré mis opciones de esa noche, Limantour y Jule’s Basement, alta coctelería con una esencia elegante que no escatima en lo cool.
A la mañana siguiente regresé al comedor, una de mis áreas favoritas del hotel, aquí tuve la fortuna de conocer y charlar con Steven, un huésped estadounidense que afirma llevar 40 años viviendo y visitando distintos sitios por temporadas. Entre otras cosas, charlamos sobre lo difícil que es algunas veces encontrar un hospedaje que llene totalmente tus expectativas. Pero ambos coincidimos en el acertado objetivo de Chaya, ser un hotel hecho por viajeros para viajeros, que brinda ubicación, comodidad y funcionalidad a la altura de los huéspedes contemporáneos.
Puede decirse que Chaya no busca ser una glamurosa habitación que te ahuyenta de la ciudad, es más una alternativa minimalista en la alucinante Ciudad de México, bajo una amigable atmósfera con fino diseño y los atributos más puros de un universo mexicano auténtico. Básicamente, lo tiene todo, solo le falta que tú reserves una noche aquí, y lo compruebes por ti mismo, así que por favor, no le rompas el corazón.